En la era tecnológica en la que nos encontramos, en la que el que no tiene una página web, un blog o perfil en una red social no existe, es habitual encontrar comentarios de los usuarios en dichos portales.
Tener comentarios en nuestra web o blog, a priori, está bien, puesto que eso significa que es visible y que es de interés para los internautas, pero no siempre los comentarios que se vierten en estas plataformas son correctos y legales.
Es más, últimamente es bastante común encontrar comentarios ofensivos hacia terceras personas e incluso calumnias que imputan delitos a otras personas y esto no se puede consentir.
Ante esta situación, el afectado, por esos insultos, se puede plantear la siguiente cuestión: ¿Quién es el responsable de esta intromisión en mi derecho al honor, el propietario del sitio web que permite tener estos comentarios o la persona que lo ha escrito?
Pues bien, como esta es una cuestión bastante importante y que puede afectar prácticamente a cualquiera, a continuación procedemos a explicar quién tiene la responsabilidad ante este tipo de actuaciones.
¿Es responsable el propietario de una página web de los comentarios vertidos en la misma?
Para contestar a esta pregunta, deberemos, entre otras cuestiones, fijarnos en nuestra Jurisprudencia, que nos muestra según varias sentencias del Tribunal Supremo, en concreto la del 7 de enero de 2014 y la Sentencia nº 297/2016, que el titular de un sitio web es responsable de los comentarios de terceros vertidos en el mismo.
Esta afirmación se basa sobre todo en el artículo 16 de la Ley Orgánica 34/2002, de 11 de julio, de Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico que establece concretamente lo siguiente:
“Los prestadores de un servicio de intermediación consistente en albergar datos proporcionados por el destinatario de este servicio no serán responsables por la información almacenada a petición del destinatario, siempre que:
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No tengan conocimiento de que la actividad o la información almacenada es ilícita o de que lesiona bienes o derechos de un tercero susceptibles de indemnización.
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Si tienen conocimiento, actúen con diligencia para retirar los datos o hacer imposible el acceso a ello.”
Por tanto, todo titular de un sitio web es responsable de la publicación de los comentarios ilícitos en el mismo, siempre que no demuestre que no tenía conocimiento del mismo o que en caso de si tenerlo haya actuado para eliminarlo.
Tener conocimiento de los comentarios publicados y su contenido ilícito, que vulnera el derecho al honor de la persona afectada, es primordial para asumir la responsabilidad de dichos comentarios.
Consejos para evitar este tipo de actuaciones
Como vemos, el mero conocimiento de comentarios ilícitos en nuestra página web nos convierte en responsables también, por lo que debemos tomar medidas y precauciones para que esto no suceda.
A continuación os comentamos qué tipo de medidas podemos establecer para evitar estas situaciones:
- En primer lugar, es aconsejable tener un sistema en la página web o blog que filtre los comentarios de terceros, es decir, que exista un mecanismo por el cual antes de publicarlos en la página web se tenga que aceptar por parte del titular.
- Es aconsejable tener un procedimiento accesible al usuario para reclamar al titular de la página y para comunicarle que se ha sentido ofendido por tal comentario y solicitar que lo elimine.
- Si detectamos que se ha publicado un comentario y puede ser ilícito, deberemos eliminarlo de inmediato.
- Es necesario incorporar a su vez en nuestros textos legales información sobre la prohibición de escribir comentarios ofensivos e ilícitos.
Pero… ¿No existe la libertad de expresión?
Esta es una pregunta que pueden hacerse muchas personas, puesto que en muchos casos los comentarios en páginas web o blogs son la forma de poder comunicarse o dar una opinión.
Este derecho existe y está presente en nuestra Constitución, por lo que la libertad de expresión es algo que nadie puede cuestionar.
Sin embargo, este derecho tiene un límite, es decir, que no se puede en ningún caso utilizar expresiones que alcancen el grado de injurias o vejaciones hacia una persona, ni tampoco realizar acusaciones sobre la comisión de un delito, puesto que se estaría incurriendo en una calumnia.